El faro

El faro

lunes, 15 de abril de 2013

El DESTINO SIEMPRE NOS SORPRENDE

 
 

Mirian era una chica de diecisiete años. Era alegre divertida, con ganas de comerse el mundo. Estudiaba auxiliar de enfermería y en su tiempo libre iba a clases de piano.
Un dieciocho de Mayo en un viaje que hace a Salamanca con sus padres conoce a Manuel. Solo están en Salamanca un fin de semana. Mirian y Manuel quedan en estar en contacto a través de internet. A los seis meses de conocerse y mantener contacto por internet Manuel decide viajar hasta León que es donde vive Mirian. Él es mayor que ella tiene veinte años, así que es más fácil que él viaje hasta León para poder verse. Mirian se encarga de buscarle una pensión que está bien de precio, ya que va a quedarse una semana. Durante esos días se ven prácticamente todo el día. Mirian no acude a clase y pasa el día con Manuel en la pensión. Para que no llamen a sus padres falsifica una nota con la firma de su madre diciendo que faltará unos días porque está enferma y la hace llegar a su tutora a través de su amiga.
                                  
           
 
 
Mirian se prepara como todos los días cuando se levanta para ir a clase. Sus padres no sospechan nada. Sale de casa y regresa a comer como si hubiera ido a clase. Por las tardes dice que ha quedado con su amiga Sonia para poder ir a pasar  la tarde con Manuel. No salen por miedo a ser vistos, solo el fin de semana por la noche . El resto del tiempo lo pasan en la pensión.
Aprovechan cada minuto para estar juntos, el Domingo Manuel regresará a Salamanca y no saben cuanto tiempo pasará hasta que se vuelvan a ver.
                    
 
 
Disfrutaron de cada día, de cada momento, eran conscientes de que podría pasar mucho tiempo hasta que volvieran a estar juntos. Hicieron el amor cada día como si fuera la última vez, sabían que pasaría mucho tiempo hasta volver a estar juntos. Dedicaron tiempo a conocerse, a darse caricias, besos...hicieron el amor con deseo, con pasión, con ternura . Manuel fue delicado, tierno, detallista, preocupándose en cada momento de que ella se sintiera bien, cómoda...
Deseaba que Mirian guardara  un gran recuerdo de esos días que estaban pasando juntos. Le gustaría quedarse más tiempo pero tenía que regresar, el trabajo le estaba esperando. Era mecánico y trabajaba con su padre. Le había pedido unos días y tenía que regresar. Su padre estaba solo en el taller y tenían mucho trabajo, así que no podía faltar más tiempo. Mientras pensaba en su regreso, en su trabajo y en los días tan maravillosos que estaba pasando con Mirian no dejaba de observarla mientras ella se daba una ducha. Le gustaría poder decirle que se fuera con él, pero ella además de ser menor de edad tenía que terminar sus estudios. No podía pedirle que renunciara a ellos, ni a sus clases de música que tanto le gustaban. Tendrían que seguir en contacto por internet y por teléfono. Dejar pasar el tiempo y luego ya verían.
                 
 
Es Domingo y Manuel tiene que regresar a Salamanca. Su autobús sale a las ocho de la tarde. Mirian va a despedirle. Le abraza con fuerza, quisiera no dejarle ir, no quiere separarse de él y cuando ve alejarse el autobús...sus lágrimas resbalan por su cara ...¡siente tanta tristeza!, el chico que le gusta se va y no sabe cuándo volverá a verle y ella no puede hacer nada. Siente impotencia, dolor, angustia...¡no quiere separarse de él!.
Cuando llega a casa sus ojos están rojos de tanto llorar. Se acerca a la cocina donde se encuentra su madre haciendo la cena y le dice:
 
-Mamá, me voy a mi cuarto. No me llaméis para cenar.
 
-Mirian, ¿te sucede algo?.
 
-No, solo que no me apetece cenar. Me voy a dormir, estoy cansada.
 
-Pero Mirian, ¿seguro que no te ocurre nada?, ¿has discutido con Sonia?.
 
-¡Mamá, por favor, no insistas!, no sucede nada. Quiero irme a la cama.
 
-Pero...
 
Mirian no sigue hablando con su madre, la deja con la palabra en la boca y se va a su habitación. Su madre intuye que algo le sucede. No es habitual que Mirian no cene. La deja tranquila mientras cenan disculpándola ante su padre. Cuando terminan de cenar y antes de irse a la cama entra en la habitación de su hija. Aunque la luz está apagada advierte que su hija está llorando. Se acerca a la cama de Mirian y enciende la luz de la mesita de noche. Se sienta a su lado y sin decirle nada la abraza. Durante un rato se mantiene un silencio que su madre rompe:
 
-Mirian, hija, ¿ necesitas hablar?, ¿ quieres contarme algo?.
 
-No mamá, gracias...pero no me apetece hablar.
 
-Está bien cielo, pero si necesitas hablar en algún momento, sabes que puedes contar conmigo.
 
-Gracias mamá...
 
-Por cierto Mirian, sea lo que sea lo que te sucede...seguro que tiene solución.
 
La madre de Mirian se fue y la dejó sola respetando el silencio de su hija aún sabiendo que algo le sucedía. Era una situación que la tenía preocupada, sabía que tenía que ser algo importante para su hija para que no quisiera cenar, pero no podía obligarla hablar, tendría que esperar a que ella quisiera hacerlo. Esa noche ninguna de las dos pudo dormir. Por la mañana Mirian se levantó para ir a clase, se preparó y bajó a desayunar. No dijo ni una sola palabra durante el desayuno. Seguía teniendo en su cara un gesto de tristeza, sus ojos aún estaban rojos y algo hinchados. Estuvo toda la mañana pensando en si hablaba con su madre o no. Por un lado pensaba que su madre se enfadaría y por otro lado sentía que necesitaba compartirlo con ella y sentirse apoyada. Su madre se había casado muy joven y quizás la pudiera comprender. Cuando llegó a casa subió a su cuarto a dejar los libros y bajó a comer.
 
-Mamá, después me gustaría hablar contigo.
 
-¿Pasa algo?, preguntó su padre.
 
-¡No cielo, cosas de chicas!, dijo su madre.
 
Cuando se quedaron solas estuvieron hablando. Mirian le contó que había conocido a Manuel en el viaje a Salamanca y que habían estado en contacto por internet. Hasta ahora que él había venido a pasar una semana para verla y que ya se había ido. Para la madre de Mirian era una situación complicada, por un lado estaba su preocupación como madre y por otro lado sabía que debía hacer un esfuerzo y ponerse en el lugar de su hija si quería que tuviera confianza en ella y le contara las cosas.
 
-Mirian, ¿te gusta mucho ese chico?.
 
-¡Sí , mamá!. Estamos enamorados. Los dos nos queremos.
 
-Bueno, pero no debéis precipitaros, aún os estáis conociendo. Tú estás terminando tus estudios y él tiene su trabajo. Os podéis seguir conociendo y siempre podemos buscar la forma de que os podáis ver de vez en cuando.
 
-Pero, ¿cómo mamá?.
 
-Algo se nos ocurrirá. De momento tranquilízate, céntrate en tus estudios, sigue conociendo a Manuel, da tiempo al tiempo y verás como se va solucionando todo. Es cuestión de tiempo hija, debes saber entender la situación y llevarla lo mejor posible  para los dos. Si Manuel te importa no debes preocuparle. Ahora te dejaré sola para que puedas pensar en lo que hemos hablado.
 
-Gracias mamá y no le cuentes nada a papá.
 
-Puedes estar tranquila, no lo haré...
 
Van pasando los meses. Manuel y Mirian siguen manteniendo contacto a diario. Mirian termina sus estudios con éxito y en un mes cumplirá los dieciocho años. Está decidida a irse unos días a Salamanca en cuanto cumpla los dieciocho años y espera contar con el apoyo de su madre. Por fin llega el esperado día y Mirian cumple su mayoría de edad. Le dice a Manuel que está decidida a irse unos días a Salamanca para estar con él y que espera contar con el apoyo de su madre y que si no igualmente se irá. Tiene dinero ahorrado y lo utilizará si es necesario.
Cuando Mirian le cuenta a su madre sus intenciones, esta pone el grito en el cielo y le dice que es una locura. Mirian se siente traicionada por su madre ya que decía apoyarla y cuando llega el momento no es así. Está muy dolida con su madre, le ha mentido, la ha traicionado...
Le pide a su amiga Sonia que le saque el billete para no levantar sospechas en casa. Hace la maleta con algo de ropa y aprovecha cuando sus padres no están para sacarla de casa. La guarda en una de las taquillas de la estación. Al día siguiente es sábado, su día de salir...
Se comporta como cualquier otro sábado para  que sus padres no se den cuenta de lo que está apunto de hacer. Llega la hora de salir y Sonia pasa a buscarla como todos los sábados. Una vez fuera de su casa como es temprano van a tomarse algo, después se van a la estación, se compra un bocadillo para el viaje y coge su maleta. Llega el autobús , se despide de su amiga y se sube al autobús con destino a Salamanca donde Manuel la estará esperando.
Los padres de Manuel tienen un piso que compraron y fueron amueblando para este, aunque él prefería estar en casa con sus padres. Los días que Mirian estuviera en Salamanca se quedarían en el piso los dos.
 
 
 Como-adornar-la-habitacion-para-una-noche-romantica-5.jpg
 
 
Cuando Mirian llega a Salamanca llama a su madre. Sabe que se enfadará, pero al menos sabrán dónde está y no estarán pensando que no llega a casa porque le ha pasado algo. Manuel la estaba esperando. Se fundieron en un intenso abrazo que terminó con un apasionado beso. Fueron al piso de Manuel , hicieron el amor intensamente, los dos estaban deseosos de poseerse. Después se ducharon y salieron a cenar. Fue una noche larga en la que disfrutaron de la cena y después de la compañía de las amistades de Manuel con las que estuvieron tomando algo. Al día siguiente fueron a comer a casa de los padres de Manuel, pues tenían ganas de conocerla.
 
 
 
Ya estaba todo preparado solo faltaba que Mirian y Manuel llegaran. Mientras sus padres dialogaban de una forma relajada, cómplice y hasta divertida. Enseguida llegan Mirian y Manuel. Sus padres quedan encantados con Mirian, les parece una chica inteligente, noble, educada...y cómo no atractiva. Les parecía que hacían buena pareja y que podían congeniar muy bien.
La cena transcurrió sin ningún problema y todos estuvieron a gusto. Después tomaron algo, Mirian se comportaba de forma natural, sencilla y en todo momento había gestos de complicidad con Manuel. Cuando se van, sus padres se despiden de Mirian diciéndole que vuelva pronto. Ella les da las gracias por todo y les dice que estará encantada de volver siempre que  Manuel la invite.
De camino a casa comentan la cena. Mirian necesita escuchar la aprobación de Manuel de que todo ha estado bien. Bromean con momentos puntuales de la cena y se ríen...
Amanece, Manuel no está en la cama, Mirian se levanta para buscarlo y se da cuenta de que no está. Hace un maravilloso día de sol, se pregunta a dónde habrá ido Manuel, cuando se gira ve una nota debajo de su teléfono -como estabas dormida he salido a correr, no tardaré. Espérame para desayunar - . Al leer la nota se queda más tranquila. Se queda sumida en sus pensamientos, el gesto de su cara es todo un poema, sonríe...está pensando que todo lo que está sucediendo en su vida es un sueño.
 
-¡Hola!, ya estoy aquí. Se acerca a Mirian para besarla.
 
-Me preguntaba dónde habrías ido, después ya he visto tu nota.
 
-Y...¿cómo has dormido bella durmiente?.
 
-Pues la verdad...alguien no me dejó dormirme hasta muy tarde.
 
-Jajajaja ...pero...¿no te habrá molestado?.
 
-Bueno, en verdad...me ha gustado.
 
-¡ Entonces habrá que repetirlo esta noche !.¿ Te apetece ir a la piscina ?.
 
-No es mala idea.
 
Pasan el día en la piscina. Cuando llegan a casa se dan una ducha y salen a tomarse algo con los amigos de Manuel. Los días en Salamanca son intensos. Manuel hace que Mirian disfrute de la semana que está pasando allí. Además se llevan genial y se entienden a la  perfección.  Tienen una complicidad envidiable y se les ve felices juntos.
La semana llega a su fin y tienen que despedirse. A Mirian se le encoge el corazón, ya tiene dieciocho años y sabe que podría quedarse, pero es consciente que la forma en la que se había ido no había sido la adecuada. Debía volver y disculparse con sus padres. Manuel opinaba igual que ella. Después ya hablarían y verían cómo hacer las cosas para estar juntos. Durante el viaje va pensando en lo enfadada que estaría su madre y en la bronca que le caería de su padre. Pero los días que había vivido con Manuel ya nadie podría quitárselos.
Pasan los días y está preocupada porque tiene un retraso. Al principio no quiere darle importancia y no se lo cuenta a nadie, ni siquiera a Manuel. Cuando ya ve que son demasiados días decide hacerse un test de embarazo que da positivo. Se le viene el mundo abajo, solo tiene dieciocho años, ha terminado de estudiar recientemente y quiere dedicarse a lo que ha estudiado. Sus padres la van a matar...en un momento son muchos los pensamientos que pasa por su cabeza y Manuel...¿cómo se lo dirá?. Todos sus proyectos de futuro se habían ido al traste en un momento.
       
 
Después de mucho reflexionar piensa que tanto ella como Manuel no habían sido responsables a la hora de evitar que algo así pudiera suceder. Solo pensaron en ellos, en disfrutar, pasarlo bien, vivir la vida a tope sin pensar en las consecuencias, así que ahora tendrían que ser responsables y afrontar la situación. Habla con sus padres para decirles que ese fin de semana viajará a Salamanca, pero no les cuenta el motivo. Sus padres aceptan porque saben que aunque se opongan se irá igualmente. Llama a Manuel y le dice que irá el fin de semana. Él está feliz de que vaya y queda en recogerla en la estación. Tampoco le cuenta nada, piensa que es un tema delicado y que es mejor decírselo personalmente.
Llega el fin de semana. Manuel la espera en la estación, cuando la ve la abraza, la levanta y da vueltas y vueltas con ella en sus brazos. Mirian se pregunta cuál será su reacción cuando le diga que está embarazada. De camino ha casa no dice nada, está pensativa...
Una vez en casa busca el momento oportuno para contárselo. Por fin se decide y se lo cuenta:
 
-Manuel, tengo que decirte algo.
 
-Has estado muy callada durante el camino a casa. ¿Es por lo que tienes que contarme?.
 
-¡Sí!, es que no sé como vas a tomártelo.
 
-Mirian, me estás preocupando, ¿por qué tendría que tomármelo mal?.
 
-Yo solo he dicho que no sé cómo te lo tomarás.
 
-Dímelo ya, me tienes en una incertidumbre que no me gusta.
 
-Manuel, ¿me quieres?.
 
-¡Claro que te quiero!, ¿ a que viene eso ahora?.
 
-Manuel...yo...yo...
 
-¿Tú qué?, Mirian por favor...
 
-Estoy embarazada.
 
Manuel se queda mudo, lleva las manos a la cabeza, da vueltas por la habitación, se sienta en la cama, se levanta...
 
-Mirian, no podemos ser padres todavía, somos muy jóvenes.
 
-Sí, yo pienso igual Manuel, pero no hemos hecho nada para evitarlo y ahora...
 
-Puedes abortar, no tenemos porque tenerlo, somos jóvenes y podemos serlo más adelante.
 
-Manuel, ¿me estás hablando en serio?.
 
-Sí, ¡claro !, no voy a bromear con algo así.
 
-Manuel...yo tampoco hubiera querido que esto sucediera, pero ha sucedido y voy asumirlo.
 
-Bien, pues conmigo no cuentes y si decides tener ese niño nuestra relación se termina en este momento.
 
Mirian no puede creer lo que escucha. Dice que la quiere pero le da a escoger. Actúa como un egoísta e irresponsable. Se lo pasa bien, no pone medios para evitar que suceda y ahora se lava las manos. Está decepcionada, nunca hubiera esperado algo así de Manuel. Pensó que no era el hombre que ella esperaba, así que tenía muy claro lo que debía hacer. Manuel al ver que ella estaba decidida a tener al bebé se fue y la dejó sola diciéndole que pasara la noche allí y en la mañana se fuera. Fue la peor noche de su vida. Se sentía sola sin saber qué hacer. No podía volver a casa en esas condiciones, sus padres no la perdonarían. No tenía el apoyo de Manuel y no podía contarle nada a los padres de este porque el ya se lo había advertido. Se quedó dormida al amanecer. A media mañana se despertó, se vistió y se fue.
Caminó sin rumbo, sin saber a donde ir. Después de un rato caminando pasa junto a un convento, se para frente a él y sin pensarlo demasiado llama a la puerta. Le abre una monjita ya muy anciana que al ver la cara de desesperación que tiene Mirian, le coge la mano y la hace pasar. Una vez dentro aparecen más monjas. Le preguntan qué le sucede y en qué pueden ayudarla. Mirian les cuenta lo que le sucede y  la decisión que ha tomado. Les pide ayuda a las monjas que después de mucho pensarlo aceptan ayudarla. Mirian ha decidido quedarse en el convento y ayudar a las monjas durante su embarazo. Una vez haya dado a luz dará el niño a sus padres para que lo críen y ella se hará monja. Ha dejado de creer en el amor, en los hombres, no va a abortar, ni a privar a sus padres de disfrutar de su niet@ pero ella necesita sentirse en paz y considera que la única forma es allí en el convento.
 
Una de las monjas se pone en contacto con los padres de Mirian para que sepan dónde está y lo que sucede. Van a verla, intentan convencerla para que regrese a casa con ellos, pero ella no acepta. Les cuenta su decisión y les pregunta si cuenta con su apoyo para que cuiden de su bebé. Los padres de Mirian con lágrimas en los ojos le dicen que siempre podrá contar con ellos. Se van tranquilos sabiendo que está en buenas manos, pero tristes por la decisión que ha tomado.
Pasan los meses y Mirian ya está gordita. Todas las monjitas la consienten, tienen la esperanza de que cuando vea a su hijo cambie de opinión y regrese a su casa con su bebé y sus padres. Pero respetarán lo que ella decida. Mientras todos los cuidados son para ella.
Mirian ya ha cumplido y puede ponerse de parto en cualquier momento. Mientras está paseando por el jardín del convento se pone de parto. Ya es tarde para llevarla al hospital, ha roto aguas y está muy dilatada. La llevan a la habitación y entre todas se organizan para preparar todo lo necesario y ayudar a Mirian a traer a su hijo al mundo. Después de dos largas horas Mirian da a luz a un hermoso niño. Cuando le ve se emociona, es igualito que su padre. Aunque le duele en el alma seguirá adelante con su decisión. Cuando llegan los padres de Mirian y ven al niño lloran de emoción, es tan pequeñito y tan hermoso...
 
-Papá, mamá, cuidar de mi hijo, hablarle mucho de mi y decirle cuanto lo quiero.
 
-Mirian hija, no tienes porque renunciar a tu hijo. Ven a casa con nosotros.
 
-Por favor, respetar mi decisión, me gustaría que le llamarais Manuel como su padre.
 
-Es tu hijo y haremos lo que tu digas, hija.
 
Mirian aguanta las ganas de llorar mientras ve alejarse a sus padres y a su niño. Cuando ya se han ido siente que le han arrancado el corazón y grita de dolor arrodillándose en el suelo y llorando desconsoladamente mientras le pide a Dios que la perdone por la decisión que ha tomado.
Pasa los meses y Mirian ya es una hermana más del convento. Reza todos los días por su hijo. Habla a menudo con sus padres y le mandan fotos del niño.
 
 
 
Se emociona al escuchar a su hijo a través del teléfono. Cuando ve las fotos de su hijo piensa en lo felices que podían haber sido los tres si Manuel la hubiera apoyado. Un día encuentra en el convento a un niño precioso. Le abraza y le da besos con ternura. Se sienta a jugar con él, el niño es hermoso, alegre, no deja de sonreír...
 
 
-Mirian, ese es tu hijo.
 
-¡Mamá!, ¿ qué hacéis aquí ?.
 
-Hemos venido a visitarte y a que conozcas a tu hijo.
 
-Es precioso, se parece a Manuel...
 
El final de la historia es que Mirian sigue de monja en un convento de Salamanca. Su hijo crece con sus abuelos y conociendo toda la historia sobre sus padres porque sus abuelos se la van contando según va creciendo y haciéndose mayor. Habla por teléfono con su madre todos los días y de vez en cuando van a visitarla. Manuel nunca se puso en contacto con Mirian para saber lo que había sucedido. No sabía que había tenido el niño y que ella estaba en un convento de Salamanca.
 
 
 
 
 
 
 
 
                                                             
 
                                                     
 

No hay comentarios: