El faro

El faro

sábado, 25 de mayo de 2013

HISTORIA- AMOR PROHIBIDO


           
Laura se despertó, no podía dormir. Ya cansada de dar vueltas en la cama decidió levantarse. Se asomó a la ventana, hacía una noche estupenda, así que se puso unos vaqueros y una camiseta, se calzó, cogió el abrigo y sin pensárselo salió a la calle. No podía dejar de pensar en él. Se preguntaba que sentimientos tendría, si pensaría en ella. Cuando se vieron por primera vez algo sucedió, una magia los envolvía. No podían evitarlo. Los dos sentían la necesidad de escuchar la voz del otro. Cada día que pasaba aquella magia iba creciendo, necesitaban verse y decidieron tener una cita. La intención no era otra más que tomar un café y dialogar un rato, conocerse más, pero… cuando se vieron algo mágico sucedió solo con mirarse, sus manos se entrelazaron, sus cuerpos se acercaron y mirándose fijamente sus labios se fundieron en un hermoso e intenso beso. No pudieron evitarlo. Durante el tiempo que estuvieron juntos se olvidaron del mundo, en ese momento solo existían ellos. Se contaron confidencias, era tan sencillo dialogar entre ellos que daba la sensación de que se conocían desde hacía mucho tiempo. Fueron momentos de complicidad, de ternura, pasión y deseo por ambas partes. El tiempo pasó muy rápido. Se despidieron con la misma ilusión de dos adolescentes. En las horas siguientes estaban como en una nube, pero más tarde todo cambió. Regresaron a la realidad. Su amor era un amor prohibido.
 Juan tenía mucho sentido del humor y siempre conseguía hacerla reír, cosa que extrañó mucho. Su voz era serena, pausada…le trasmitía seguridad, bienestar…sus consejos siempre sabios la hacían sentirse fuerte, segura, capaz de comerse el mundo y solucionar todos sus problemas. Era hermoso hablar cada día, recibir un mensaje suyo cada noche dándole fuerza, cariño, aconsejándola…al igual que muchos días la despertaba con un - buenos días. Después hablamos. Besos -, en su teléfono. Eso le daba fuerza cada mañana para salir de la cama y querer vivir, reír, ser feliz…él merecía la pena. Su vida tenía sentido a su lado. Pero todo cambió cuando a los pocos días Juan se va de vacaciones.


Pasan los días y no sabe nada de él. Cada día le escribe como si estuviera cerca. Mira su teléfono, pero no recibe ningún mensaje, ninguna llamada… está triste, nerviosa, piensa que se ha olvidado de ella y que todo se ha terminado. Pero entonces recibe un mensaje suyo que le devuelve la ilusión. Piensa en ella, no la ha olvidado. Recupera la seguridad, las ganas de que regrese para hablar, abrazarle, besarle…pero entonces sucede algo que la confunde, intentó hablar con él para que le aclarara las cosas y quedarse tranquila y a partir de ahí comienza el desastre. Todo cambia entre ellos. En la distancia sin poder hablar cada uno saca sus propias conclusiones y comienzan los malos entendidos que los distancian. Juan a su regreso está enfadado, siente que Laura ha desconfiado de él, que no es como esperaba y decide alejarse. Todos los intentos de Laura por dialogar, de explicarse, de intentar que se ponga en su lugar, no sirven para nada. Estaba destrozada, deseando que volviera y ahora estaba más lejos que nunca de ella. No contestaba sus llamadas y su corazón estaba roto del dolor. Necesitaba que la escuchara, que la comprendiera. Decide ir en persona a su oficina para devolverle unos discos que le había prestado. Mientras va de camino le envía varios mensajes avisándole que va camino a su oficina, temía que no  quisiera recibirla. Al ver que está llegando y no responde a sus mensajes le hace varias llamadas que tampoco son atendidas.
Piensa que le ha perdido y le duele. Se bajó del autobús y volvió a intentar hablar con él. Seguía sin responder…no sabe qué hacer, durante unos minutos está aturdida pensando en si debe presentarse en su oficina. No, piensa, sería una estupidez venir hasta aquí para irme sin entregarle sus discos. Así que respiró hondo y caminó hacia su oficina, las piernas le temblaban, le aterraba su rechazo, que no la recibiera. Una vez en la puerta se detuvo, sintió por un momento ganas de salir corriendo, pero dio un paso firme y entró en el edificio. Se encontró con una compañera de Juan. Le preguntó si él podría recibirla y su sorpresa fue que él no se encontraba allí en aquellos momentos. Había tenido que salir y regresaría más tarde. Le pidió a su compañera si podía hacerle el favor de dejárselo encima de su mesa. Ella muy educada y atenta le dijo que no había ningún problema. Le dio las gracias y se fue. Caminó deprisa, quería huir, esconderse, que nadie viera su tristeza. Las lágrimas resbalaban por su cara sin poder evitarlo. Su cabeza se llenó de recuerdos,  no quería recordar, se sentía estúpida, había ido hasta allí para verlo e intentar hablar con él y solucionar las cosas y se iba sin haber solucionado nada. Deseaba que llegara pronto el autobús

Por fin después de un largo rato esperando se sube al autobús.
Miró el teléfono, deseó que sonara, pero eso no sucedió. Su cabeza no dejaba de pensar y cuánto más pensaba más intenso era su dolor. No podía conformarse con perderle. Haría lo que hiciera falta por recuperarle. Su corazón quería estar con él,  abrazarlo fuerte y decirle lo importante que era para ella. Sí, se había enamorado de él a pesar de saber que era un amor prohibido, pero como explicárselo a su corazón. Sin pesarlo mucho cogió el teléfono y le llamó pensando que volvería a ser un fracaso, pero cuál fue su sorpresa al escuchar su voz. Hablaba pausadamente, con ternura…le dijo que había tenido que salir y que acababa de ver encima de su mesa los discos . Mantuvieron una larga conversación y se dieron  una nueva oportunidad. Se sentía feliz tan solo por escuchar su voz. Cerró los ojos mientras le escuchaba y le imaginaba en su oficina hablando con ella. Imaginaba su rostro, su mirada intensa, sus labios seductores, sus manos tan bien cuidadas, su sonrisa…

Estaba “loca” por ese hombre. No podía ni quería evitarlo. La hacía sentirse llena de vida. Van pasando los días y todo está bien. Hablan cada día. Sus conversaciones eran amenas, se reían un montón. Juan bromeaba y la hacía reír. Era divertido además de guapo. Tenía una gran sensibilidad y sus gustos eran similares. Se entendían genial. Tenían muchas cosas en común que facilitaban la conexión mutua que ambos compartían. Los dos entendían el amor y la relación de pareja de igual forma. Laura estaba deseosa de verle y por fin llegó el día. Quedaron para tener una nueva cita. En realidad los dos deseaban verse. Cuando se vieron sobraban las palabras, sus miradas lo decían todo. Decidieron ir a un lugar apartado donde pudieran ser ellos mismos. Donde no se sintieran observados.


  Parecían estar viviendo un sueño  del  que no querían despertar.
Ya más apartados de la gente se dan ese abrazo que tanto deseaban y que a Laura personalmente le hacía mucha falta. Se miraron, Juan no dejaba de regalarle caricias llenas de ternura, sonrisas…poco a poco sus labios se aproximaron hasta unirse y calmar la sed de ambos. Los besos eran cada vez más intensos, apasionados…estaban ardiendo en deseo. Sus cuerpos iban quedando al descubierto. Se deseaban demasiado. No podían reprimirse. Continúan los besos, las caricias…Laura está húmeda, deseosa de ser poseída, amada…Juan también está deseoso de hacerla suya y se dejan llevar uniendo sus cuerpos y convirtiéndose en una sola persona. Juan la penetra con delicadeza, haciéndola disfrutar de cada embestida, no quería que saliera de ella, deseaba que se parara el tiempo. Hicieron el amor con mucho deseo, con pasión, pero también con ternura y sentimiento. Juan la hizo disfrutar hasta llevarla a la cumbre más alta del deseo. Fue maravilloso estar en sus brazos, sentirse tan mujer a su lado y sin imaginarse que no habría  más momentos como aquél. Después de hacer el amor dieron un paseo cogidos de la mano. Era como un sueño estar con Juan compartiendo todos aquellos momentos  tan bonitos. Se sentía muy bien a su lado. 
  
Juan le hizo varias fotos, cuando se las enseñó vio como su cara radiaba felicidad. Se la veía feliz, relajada…se pararon a contemplar el paisaje, hacía un poco de brisa y él la abrazó para protegerla del frio. Era tan protector, tan detallista, era su hombre perfecto, con el que podía haber sido muy feliz de haberse conocido en otras circunstancias, al que podría haber hecho muy feliz. Llenarlo de abrazos, besos, de cariño, mucho cariño y mucho amor. Regalarle momentos inolvidables con su sencillez, con su entrega, con su dulzura…con su autenticidad. 
De la que posiblemente estuviera dudando Juan. A partir de aquel día no han vuelto a verse y han surgido tantos malos entendidos, reproches, desconfianza…que ni siquiera se hablan. Ha intentado todo por recuperarle, pero haga lo que haga, diga lo que diga, él ha decidido alejarla de su vida, sin ofrecerle al menos su amistad. Ya no sabe qué más puede hacer. No consigue olvidarle, le sigue queriendo, sus días son una tortura sin él, pero no puede obligarle a nada. Se pregunta si la ha querido en algún momento. Tal vez ha sido un capricho y ya está. Por su cabeza pasa de todo, pero cuando piensa en lo que han compartido siente que todo fue auténtico. La diferencia es que ella se dejó llevar y lo dio todo sin pensar en las consecuencias y Juan ha sabido alejarse a tiempo para no perder lo que tenía.
Hacía dos meses, quizás más, que no le cogía ni el teléfono y aún así no perdía la esperanza de que la llamara.


El día a día no era fácil. Le tenía en su cabeza continuamente, pero sobre todo le tenía en su corazón. No había ilusiones en su vida. No había motivaciones…su vida era triste, aburrida y muy dolorosa. Estaba en un pozo del cual no sabía cómo salir, pero confiaba en encontrar la forma algún día como lo había hecho en otras ocasiones. Deseaba vivir, necesitaba reír, ser feliz, tener ilusiones, caricias que la hicieran sentir, besos que la resucitaran de su oscuridad. En algún lugar tenía que existir todo eso para ella, el problema era que sentía que el tiempo se agotaba.


Ha dado un largo paseo y ya estaba amaneciendo. Así que era hora de que regresara a casa. Abrió la puerta, se quitó el abrigo y lo dejó en la percha. Estaba tan confundida  y aturdida con tantos recuerdos que necesitaba un baño relajante. Abrió el grifo de la bañera y dejó correr el chorro de agua hasta que salió caliente. Puso el tapón y dejó que la bañera se llenara. Añadió sales de baño de jazmín, le encantaba su olor. Se desvistió y dejó la ropa caer en el suelo. El agua estaba muy caliente como a ella le gusta. Cerró los ojos, intentaba desconectar, pero no lo conseguía. Juan estaba allí con ella acariciando su piel desnuda y mojada. Las fantasías se apoderaron de su mente, sintió que su cuerpo estaba ardiendo de deseo. Acarició sus pechos con delicadeza, continuó con los ojos cerrados, sintió que él continuaba allí, que se desnuda y se metía en la bañera. Siguió acariciando su cuerpo deslizando su mano hasta su pubis, se acarició lentamente, con ternura, se dio placer…cada vez estaba más excitada, sus caricias eran cada vez más intensas, movía su cuerpo al sentir el placer, ¡sí, sí, sí…! , consiguió llegar al máximo placer. Abrió los ojos y no estaba. Se había vuelto a ir dejándola sola.


Salió de la bañera, se secó y puso un pijama. Le apetecía un café…


Mientras se hacía el café se asomó a la ventana de la cocina. Era temprano, pero ya se veía brillar el sol. Estaba cansada, apenas había dormido y luego había dado un largo paseo. Le esperaba un día más sin hacer nada, sin tener una motivación, una ilusión por la que salir a la calle. Un día más con su tristeza y su soledad. Quería dejar de pensar, se estaba volviendo “loca”. Tenía que encontrar una solución a esa situación. No podía continuar viviendo así. La vida se le iba sin disfrutarla, sin vivirla y aprovecharla. Se echó café en una taza y se fue al sofá. Encendió su ordenador esperando haber recibido un correo suyo, pero seguía manteniéndose distante. Se tomó el café y puso algunas canciones que habían compartido. Se acurrucó en el sofá y con lágrimas en los ojos recordándole se quedó dormida. Habían pasado un par de horas y se despertó al sonar su teléfono. Miro corriendo por si era él pero no hubo suerte. Paseó por casa impaciente, nerviosa… ¡Juan!, mi niño… ¡qué puedo hacer para recuperarte!, se preguntaba si algún día  regresaría a su vida, si la llamaría o se había ido para siempre. 
Intentó leer un libro pero fue  imposible, no pudo concentrarse. Cerró el libro y lo dejó sobre la mesa. Su mente estaba cansada, su cuerpo y su alma también lo estaban.
 
Esa noche había conseguido  dormir. Estaba muy cansada. El agotamiento de cada día y noche se fueron acumulando hasta que su cuerpo no puedo más. Miró la hora en el despertador, eran las diez, sabía que debía levantarse pero se dio media vuelta. Al rato volvió a mirar y eran las diez y media, su cuerpo se resiste y cierra los ojos. Cuando vuelve una vez más a mirar la hora ya son las once. Laura, ¡no puede ser! , se dice a si misma. Con mucho esfuerzo sale de la cama. Dormiría todo el día, es la única forma de evadirse de sus problemas, de su dolor e infelicidad. Va al cuarto de baño, se echa un poco de agua a la cara y mirándose al espejo se pregunta quién es, porque no es feliz, se pregunta en qué se ha equivocado, qué ha hecho tan mal para no merecer la felicidad...
Va a la cocina a desayunar, mientras mira el correo electrónico como todos los días. Sigue sin tener noticias de Juan. Hace sol. Se pone un chándal y sale a caminar. Tiene que salir, no puede quedarse encerrada en casa. Caminó sin rumbo. Después de un rato caminando se sentó a descansar un poco. El sol calentaba y se sentía bien allí pegándole el sol de frente. Sacó el libro de la pequeña mochila y leyó mientras descansó y disfrutó del sol.

De regreso a casa va pensando en hacer un montón de cosas. Quizás se ponga a dibujar, hace mucho que no lo hace y es algo que siempre la ha relajado. Compró algunas cosas que necesitaba y se fue directa a casa. Sacó las pinturas y hizo un dibujo que luego más tarde pintó. Era una pareja enamorada mirando la luna. El dibujo había quedado muy bonito y ella había estado muy relajada. No tenía mucho apetito pero preparó algo de comer. Se le ocurrió que podía hacer también un bizcocho para estar distraída y no pensar. Suena el teléfono. ¿Sí, quién es?- ¡hola Laura!, soy Marta-, - ¡ hola Marta!, que alegría recibir tu llamada-, sí, a mí también me alegra hablar contigo, ¿cómo estás?-, -bueno, la verdad es que no muy bien-, -¿te apetece que nos veamos por la tarde para tomar un café?-, -vale, así te cuento-, -muy bien entonces nos vemos por la tarde a la hora de siempre-, -perfecto Marta-, -nos vemos  Laura, hasta luego. 
 
Hoy tenía que sentirse orgullosa de si misma, había conseguido salir a pasear, hacer un dibujo que había quedado muy bonito y por la tarde había quedado con su amiga Marta. Ella era una gran amiga, era conocedora de la situación por la que estaba pasando y de su amor por Juan, aunque últimamente la regañaba, no le gustaba verla mal por alguien que no mostraba el más mínimo interés por ella. Pensaba que él no merecía lo que ella sentía y menos que estropeara su vida por quien no mostraba el más mínimo interés. Laura quisiera arrancárselo del corazón para no sufrir, pero no podía, al menos por ahora. Más adelante, con el tiempo, si él seguía con su indiferencia, quizás pudiera lograr olvidarlo. Pero su corazón le decía que a pesar de su silencio él también la quería.
 

Está de camino para encontrarse con Marta. Le viene bien salir y hablar con alguien con quien pueda hablar claramente sin esconderse. Este último año ha sido demasiado duro y a pesar de haber tenido una mejoría ha vuelto a recaer en su depresión. Lo único que puede curarla es la felicidad y no sabe en qué momento llegará a su vida y si mientras podrá soportar el dolor que hay en su corazón.

¡Hola Marta!-, -¡hola Laura!-, ¿damos un paseo por el parque y luego nos tomamos algo?-, -me parece bien-, bueno y ¿cómo están las cosas?-, -pues no estoy bien Marta, estoy hundida, sin ilusiones, sin ganas de nada…



Pero eso no puede ser Laura, tienes que salir, hacer algo que te guste y te mantenga entretenida-, -yo sé que tendría que hacerlo, pero lo intento y no puedo y además sigo muy “pillada con Juan”-, -como tienes poco te complicas más la vida ¿no?-, -no puedo evitarlo Marta-, -ya Laura pero es que no te coge ni el teléfono, y tú le estás demostrando día a día que te importa, que quieres recuperarlo, aunque sea su amistad y él no hace nada, no demuestra ni el más mínimo interés por ti Laura-, -lo sé, pero ni le puedo obligar a él ni puedo evitar sentir yo-, -¡Laura…!-, -ya Marta por favor, dejemos el tema-, -vale, yo lo que no quiero es que sufras por alguien a quien no le importas-, -lo sé y te lo agradezco, pero dejemos el tema ya-, -¿vale?-, -¿vamos  a tomar algo?-, -¡vamos!.

Después de una tarde de compras, paseo y sesión café, estaba agotada. Deseaba llegar a casa y ponerse cómoda. Marta era una gran amiga y la única a la que le contaba sus confidencias, quería lo mejor para ella y no quería verla mal, pero en el fondo ella sabía que los sentimientos de Laura por Juan eran muy fuertes. Los sentimientos del corazón nacen y duran lo que tengan que durar aunque sufras por no ser correspondida. Juan le daba cariño, seguridad, alegría, la hacía sonreír, le trasmitía  estabilidad emocional, serenidad, con él..., a su lado tenía ilusiones, sueños, muchas ganas de comerme el mundo. A su lado todo parecía sencillo. Extrañó mucho todas estas cosas, le extrañaba a él, a su amistad…

Llegó a casa, se puso cómoda, se sentó en el sofá y por un momento se quedó sumergida en sus pensamientos. ¡Sí!, tenía que hacerlo, lo tenía que intentar, no podía seguir esperando, no debía tener miedo al rechazo…

Se levantó a buscar el portátil y le envió un correo:

-¡Hola osito!, no puedo más, como no me llamas mañana iré a tu oficina. Necesito verte y que hablemos. Nos vemos mañana. Un beso.-
 Durante un largo rato estuvo pendiente de su correo y de su teléfono, pero no recibió nada, así que la decisión que había tomado seguía en pie. Iba a ser una noche larga para ella.
No pudo dormir, estuvo nerviosa, dio vueltas y más vueltas en la cama. Se levantó no podía estar ni un minuto más en la cama. Paseó por toda la casa, se sentó en el sofá, se levantó, se asomó a la ventana...
  

Había luna llena. Pensaba en él y vio en el cristal la imagen de su cara dormido como si le estuviera viendo a través de un espejo.¡ Qué imagen tan tierna!, imaginárselo dormido igual que un niño.
Pensaba en su recibimiento. Tenía miedo a sus reproches, a volver a sentirse herida por sus  palabras, a su rechazo. Pero no podía quedarse más tiempo sin hacer algo por intentar recuperarle. Lo tenía que intentar pasara lo que pasara.
Termina quedándose dormida en el sofá, suena el despertador y se levanta de un brinco. Prepara café, se da una ducha y se viste. Sale corriendo de casa para coger el autobús. Está muy nerviosa, mira el teléfono y no tiene ningún mensaje. Piensa que eso puede ser positivo.
Se baja del autobús y camina hacia su oficina con las piernas temblorosas. Se para un momento y piensa en lo que puede suceder. Sigue avanzando y entra en el edificio. La estaba esperando. Su gesto era relajado, la saludó educadamente, le dio un par de besos y pasaron a su oficina. Cerró la puerta, Laura caminaba hacia las sillas para sentarse cuando de repente la abraza por la cintura y la gira. Se miran fijamente a los ojos y se abrazan en silencio durante un largo rato. Juan acerca sus labios al  oído de Laura y le dice: - Te extrañaba mucho-.

Ante sus palabras Laura se queda  muda y después de volver a mirarse a los ojos sus labios se unen para quitar esa sed que ambos teníamos. Al final los dos estaban sufriendo, los dos se extrañaban y los dos se seguían queriendo. Juan le  dice que no ha dejado de pensar en ella, que la desea, que la necesita, desea…hacerla suya. Laura se derrite al escucharle . No hay nada que desee más que estar entre sus brazos. Sentirse la mujer más feliz del mundo por estar con él. La vuelve a besar, la coge de la mano y salen de la oficina. Se suben al coche y van a un hotel. Una vez dentro de la habitación donde nadie los ve y pueden amarse, la besa con ternura, con deseo, pasión…
Comienza a  desnudarla lentamente. Acaricia sus pechos, los besa…                                                        Laura le quita la camisa, acaricia su pecho, le besa el cuello...se besan intensamente. Sus cuerpos están ardiendo en deseo. La tumba en la cama con mucha delicadeza, sigue besando cada rincón de su cuerpo,  quitándole la ropa hasta dejarla completamente desnuda. Ahí la tiene a su disposición, deseando que le haga el amor y sentirse suya. La acaricia, la besa, para penetra después lentamente, quiere hacerla disfrutar…
Cada minuto que pasa está más excitada. Ahora es ella quien disfruta de su cuerpo desnudo, saboreando cada poro de su piel. Saborea su miembro, le hace disfrutar…
Llega el momento esperado. La penetra lentamente, con ternura, delicadeza…
Cada embestida la hace gemir de placer. Cambian de postura, es su momento y quieren aprovecharlo. El resto del mundo no existe en esa habitación.

-¡Juan!, mi vida, me estás volviendo loca de placer-

-¿Te gusta mi amor?-

-Sí, sí, sí…mucho, sigue mi vida, sigue…

-Sí cariño, avísame para irme contigo.

Tumbados en la cama y abrazados se dicen cuánto se han echado de menos. Lo que no saben es lo que sucederá a partir de entonces cuando salgamos de esa habitación.


Laura desea que cuando salgan de aquella habitación, continúe la magia entre ellos. Le ama con todo su corazón y no quiere perderle. Siente que le necesita en su vida, pero solo el tiempo dirá el final de este amor... 

 

 
 

 



 
   


 
 
 
 
 

 



 
 

                        


 
 

 

 

 



 

 




 
 

 
 
 

 

 


 

 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 



 
 


 
 
 


 
 
 
 
 
 
 



 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 

 


 

 


 

 


 
 

 
 
 
 
 
 
 

 
 

 
 
 

 

 

 


 


 

 

 

 
 
 
 

 

 


 


 


 

 

 
 


 


 
 
 
 

 


 


 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 

 


 

 

 
 
 
 
 
 
 
 

 

 
 
 

 


 

 


 

 
 
 













































4 comentarios:

Abner Arias dijo...

Y qué pasó cuando volvieron a la realidad?.

Unknown dijo...

Un amor imposible amigo. Mucho amor pero prohibido.

Abner Arias dijo...

No hay derecho, no se puede con tanta injusticia.

Unknown dijo...

Así son las historias de amor. En ocasiones no tienen el final q desearíamos. Pero en esta historia aunque se trata de un amor imposible es un amor sincero, auténtico y muy intenso q por circunstancias de la vida no tiene el final q desearían.