El faro

El faro

viernes, 15 de febrero de 2013

El FARO






Carla salió de casa dando un paseo. El día estaba nublado pero no hacía frío.  Decidió ir hasta la playa y pasear por la arena, estaba agobiada, no podía quitarse a Samuel de la cabeza y el ruido de las olas que iban y venían la relajaba. Samuel era un chico del pueblo, era profesor de educación física y por las tardes solía bajar hasta la playa a correr y hacer algo de deporte. Carla miró el  relojera extraño, Samuel no había acudido a la playa como habitualmente solía hacer. Empezó a ponerse oscuro, hacía mucho viento y el mar estaba "enfurecido". De pronto una tormenta comenzó, la lluvia caía del cielo sin control. Carla corrió a refugiarse, en un momento el mar se había vuelto peligroso. El viento era tan  fuerte que arrasaba con todo. Era imposible poder llegar hasta casa en esas circunstancias. El sitio más cercano donde refugiarse era el faro.
                                                                                                                                                           

         
                

                


Carla entró en el faro y cerró la puerta. Además de estar asustada estaba empapada. Por un momento no sabía qué pensar se quedó bloqueada. Tenía mucho frío. Pensó que estaría más segura en lo más alto del faro y desde allí podría controlar mejor lo que sucedía. Encontró una manta, así que decidió quitarse la ropa que estaba empapada y darse calor con la manta. Al  menos estaría seca. De repente se escucha cómo se abre la puerta. Alguien sube... 
Carla está asustada, no sabe quién está subiendo y encima está medio desnuda. Se acerca a una de las pequeñas ventanas y ve un barco luchando contra el mar por llegar a la orilla. Piensa entonces que la persona que sube pueda ser uno de los pescadores que venían en aquel barco.
 
 
 
       
 
 
Intenta esconderse en un hueco que hay cuando de repente entra alguien...
 
-¡Ah!, es Samuel ...
 
-¿Quién está ahí?, te he escuchado.
 
-Me llamo Carla.
 
-Yo me llamo Samuél, ¿qué haces ahí escondida ?.
 
-Sé que te llamas Samuel y...estoy escondida porque te escuché subir y no sabía quien era.
 
-Entiendo, pues ya puedes salir de ahí, no voy hacerte nada y por cierto, ¿por qué sabes mi nombre?.
 
-Vivo en el pueblo y todo el mundo te conoce.
 
-Pues creo que yo a ti no te conozco, pero si sales de tu escondite podré hacerlo.
 
-Es que...
 
¿Qué pasa?.
 
-Estaba empapada y encontré aquí una manta y me he quitado la ropa.
 
-Pero... ¿estarás tapada con la manta ?, aunque si estás desnuda no pasa nada.
 
-¡Eres un idiota !.
 
-¡Ja,ja,ja...!, no te enfades, era una broma. Puedes salir. Prometo respetarte.
 
Carla sale de su escondite un poco a la defensiva, estaba en el faro con el chico que la volvía "loca"y encima medio desnuda.
 
 -Estaba paseando y de repente el mar se ha vuelto loco, empezó la tormenta y no tenía otro lugar donde refugiarme. Estaba empapada y encontré esta manta y...
 
-¡Sí!, estabas empapada y decides desnudarte y taparte con la manta.
 
-Tenía mucho frío.
 
-Lo entiendo, no tienes que darme explicaciones. Por aquí suelen tener café, vamos a ver si tenemos suerte...
 
Samuel sube un piso más, Carla le sigue...
 
-Mira aquí está, hemos tenido suerte. Y ahí hay una estufa probraré si funciona así irás entrando en calor mientras preparo café.
 
Carla no podía dejar de mirarlo, era ¡tan guapo!...y además se estaba portando genial con ella. Samuel se acercó a la pequeña ventana mientras se hacía el café. Seguía la tormenta y no tenía pinta de parar. Carla puso su ropa cerca de la estufa para que se secara.
 
-Toma un café Carla.
 
-Gracias, eres muy atento.
 
-Bueno, no quiero que cojas un resfriado.
 
Carla se puso roja y le echó una mirada que Samuél entendió perfectamente.
 
 
                
 
 
Tomaron el café bien caliente para entrar en calor. Empezaba a anochecer y la tormenta seguía igual de fuerte. El mar estaba "desbocado", llevaba cuanto alcanzaba. Estaba empezando a estar oscuro ahí dentro. Samuel fue a ver si encontraba un foco para tener luz , tardaba un poco y Carla tenía miedo. Ya a penas se veía, cada vez había más oscuridad, algo que a ella le aterraba desde niña. Intentaba pensar en algún recuerdo bonito que la hiciera reír. Se levantó y empezó a caminar de un lado para otro deseando que Samuel llegara.
 
-Ya estoy aquí, he encontrado el foco y además he encontrado más mantas. Nos vendrán bien porque me temo que tendremos que pasar la noche aquí.
 
Apenas había terminado de hablar cuando Carla se abrazó con fuerza a Samuel. Él se quedo sin saber qué decir, pues no entendía aquel abrazo tan inesperado.
 
-Perdón Samuel, no tenía que haberlo hecho, pero tardabas y aquí ya apenas se veía. Desde pequeña tengo miedo a la oscuridad.
 
-¿Por qué no me dijiste nada ?, si me lo hubieras dicho no te hubiera dejado sola.
 
-Bueno, me daba vergüenza decírtelo. Ya soy un poco mayorcita para tener miedo.
 
-¡No!, no tienes porqué sentir vergüenza.
 
-Perdona, me parece haberte escuchado que tendríamos que pasar aquí la noche...
 
-¡Sí!, si te acercas a la ventana verás que tengo razón, pero tranquila, tenemos luz y no estás sola.
 
-¡Sí, claro!, no estoy sola...
 
En un pequeño armario había algunas latas de conserva que por suerte no estaban caducadas. Almenos podrían cenar algo, además tenían café, no se podían quejar. Después de todo habían tenido suerte. Cenaron unas latas y Samuél hizo más café, Carla estaba muerta de frío a pesar de la estufa. Seguramente estaba destemplada por la mojadura que había pillado.
 
-Toma Carla, con el café irás entrando en calor.
 
-Gracias,nunca me habían cuidado tan bien.  ¿Tú no tienes frío con esa ropa mojada?.
 
-Yo estoy acostumbrado a mojarme, a veces cuando salgo a correr o hacer deporte llueve y me mojo. Tranquila, estoy bien, aunque me quitaré la ropa y la pondré a secar.
 
Carla estaba tiritando, no dejaba de temblar. Samuel se acercó a ella, la acarició y estaba congelada. La abrazó dándole todo el calor que tenía en su cuerpo. Poco a poco Carla fue entrando en calor. Samuel la acurrucó contra su pecho acariciándola con ternura. Ella no podía creerse que estaba echada sobre el pecho del hombre que estaba enamorada. Se quedó mirando a Samuel sin pestañear, poco a poco fueron acercando sus labios hasta sumergirse en un profundo beso. Algo especial había sucedido entre ellos. Samuel la cogió en brazos para llevarla a esa especie de cama que había hecho con el resto de las mantas.
 
-Samuel...
-Suuuch... no digas nada, te he visto pasar muchas veces a mi lado y me preguntaba cómo te llamarías. Hoy el destino a querido unirnos.
-Yo venía a pasear a la playa solo para verte.
-Carla, estábamos los dos enamorados y ninguno se atrevía a dar el primer paso.
-Pero ahora estamos juntos...
-Y mañana cuando nos vayamos de aquí seguiremos estándolo. Ya no nos separaremos más.
 
Se fundieron en besos, caricias... hicieron el amor como dos adolescentes enamorados. Era como si fuera la primera vez....con paciencia, sin prisas, con mucha ternura, deseosos de convertirse en una sola persona, pero se tomaron su tiempo. Querían que ese momento fuera un recuerdo especial. Juguetearon con cada rincón de sus cuerpos hasta arder en placer para unir sus cuerpos y llegar a la cumbre del placer.
 
                              
 
 
Se miraban a los ojos mientras se  abrazaban regalándose caricias hasta quedarse dormidos. A la mañana siguiente cuando despertaron ya había pasado la tormenta. La ropa ya estaba seca , se vistieron y tomaron un café antes de irse. Después del mal rato que habían pasado con la tormenta había resultado ser la mejor noche y la mejor experiencia que ambos habían tenido. Salieron del faro cogidos de la mano y felices por haber tenido la oportunidad de declararse el amor que ambos mantenían en secreto.
 
 
 
El mar está calmado. Los pescadores aprovechan para salir a pescar...
 
Carla y Samuel dan un corto paseo hata llegar al pueblo. Samuel tiene que irse al trabajo y Carla decide tomarse el día libre aprovechando que trabajaba con su padre. Necesitaba una ducha, cambiarse de ropa y dormir un rato para luego acudir a su cita con Samuel. No podía creer todo lo que había sucedido pero la realidad era que estaban juntos y enamorados. Un amor había trinfado y una hermosa historia comenzaba...
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 



          











           





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