El faro

El faro

miércoles, 6 de febrero de 2013

MANUELA

 

Manuela y Alejandro eran una pareja joven. Estaban recién casados y eran de buena familia. Vivían en la ciudad, pero tenían una bonita casa en la montaña. A Alejandro le gustaba mucho ir allí cuando quería descansar y desconectar de su trabajo. Disfrutaba saliendo  a pasear por la montaña a caballo acompañado de Manuela. Alejandro era cirujano, trabajaba en un buen hospital y era reconocido como uno de los mejores cirujanos del país.
Un fin de semana invitaron a unos amigos a pasarlo con ellos en la montaña. Alejandro había nacido en aquella montaña. Sus padres trabajaban para un señor que se dedicaba a la crianza de caballos. El padre de Alejandro se encargaba de todo cuando el señor tenía que viajar y la mamá se dedicaba a que todo funcionara en la casa. Fallecieron cuando Alejandro era muy pequeño, así que este señor y su esposa decidieron hacerse cargo de él y lo criaron como a un hijo, ya que ellos no habían podido tenerlos. Cuando fallecen dejan como heredero a Alejandro. Él estaba terminando su carrera de cirujano y se prometió así mismo que reformaría la casa y la mantendría en buen estado como le hubiera gustado al hombre que le crió y que fue como un padre para él.



Todo estaba en orden. La chimenea encendida, las habitaciones acomodadas y la cena preparada. Ya era un poco tarde así que se dispusieron a cenar para después ir a descansar y madrugar al  día siguiente. Irían a dar un largo paseo por las montañas para disfrutar de las hermosas vistas y del paisaje. Hacía un día de sol maravilloso. El sol brillaba, el cielo estaba azul y se escuchaba el canto de los pájaros. Alejandro ordenó que prepararan los caballos mientras desayunaban. El caballo de Manuela era blanco y se llamaba Estrella. Le apasionaban los caballos y especialmente los blancos.
Querían aprovechar el día, así que llevaban algo para comer en alguno de los tantos lugares hermosos que había en aquellas montañas. Pasearon durante unas horas disfrutando de cada lugar, estaba resultando ser un día tranquilo, divertido y relajante. Se pararon a comer en un lugar muy bonito desde donde se veía una cascada.
 
 
 
         
Regresaron a la casa antes de que oscureciera. Manuela fue a darse un baño antes de la cena. Alejandro y sus amigos se quedaron conversando en el patio de la casa. El día había pasado muy deprisa. Al otro día fueron a visitar el pueblo. La gente era muy educada y generosa. Querían mucho a Manuela y Alejandro y cada vez que los veían en el pueblo la gente se alegraba y hasta lo celebraban. Había sido un fin de semana increíble. Ya de regreso en la ciudad todo vuelve a ser ruido, gente por todas partes...
Han pasado unos meses, Alejandro está en el hospital. Manuela tiene que hacerse unos análisis, así que aprovecha a pasarse por la consulta de Alejandro.
 
- ¿Se puede?.
-¡Manuela!, ¿qué haces aquí?.
-Hoy tenía que hacerme unos análisis.
-Pero...no me habías dicho nada, ¿te encuentras mal ?.
-No mi amor, tranquilo, solo son unos  análisis rutinarios.
-¿De veras ?, ¿no me ocultas nada ?.
-Puedes estar tranquilo,si sucediera algo, tú serías el primero en saberlo.
-Bueno, si es así, me quedo más tranquilo.
-Estoy sin desayunar, ¿me acompañas a la cafetería ?.
-Sí, ahora no tengo pacientes hasta más tarde.
-Bien, pues vamos entonces.
 
Se toman algo juntos en la cafetería. Alejandro tiene que regresar a la consulta y Manuela se va a casa. Al cabo de una semana Manuela regresa al hospital a por el resultado de los análisis.
 
-¡Hola Doctor!.
-¡Hola Manuela!, siéntate.
-¿Pasa algo Doctor?.
-No, bueno sí, pero...
-Doctor,dígame lo que me pasa.
-Manuela...vas a ser mamá.
-Doctor, ¿está usted seguro ?.
-Sí Manuela, estás embarazada de dos meses. Así que debes empezar a cuidarte para que todo vaya bien.
-Sí Doctor, ¡claro que lo haré !
 
Manuela está feliz, Alejandro deseaba ser papá. Decidió no pasar por su consulta, le daría la sorpresa en casa. De camino  pasó por alguna tienda de ropa de bebés y compró algunas cosas.
 
 
 
Llegó feliz a casa y preparó una cena especial para recibir a Alejandro. En una esquina de la mesa colocó los paquetes que había comprado. Manuela espera ansiosa la llegada de Alejandro. Pasea por el salón impaciente. Cuando escucha llegar a Alejandro sale a recibirlo.
 
-¡Buenas noches, amor !.
-¡Buenas noches!, ¿ qué haces aquí a fuera ?.
-Te estaba esperando, tengo una sorpresa para ti. Pasemos al salón.
 
Se sientan a la mesa. Muy bien preparada y con belas. Es la cena preferida de Alejandro.
 
-Cariño, ¿te sirvo un poco de vino ?.
-No, gracias.
-Pero si es el vino que tanto tanto te gusta.
-Sí, lo sé, pero hoy no voy a beber.
 
Alejandro está sorprendido. No entiende nada. Manuela tiene que darle una sorpresa y además no quiere su vino preferido.
 
-¿Cómo te ha ido en el hospital ?.
-Bien, hoy ha sido un buen día, tranquilo.
-Me alegro cariño.
-Por cierto, ¿tú no tenías que pasar a recoger tus análisis ?.
-Sí, todo está bien.
-Ah, bien. ¿Y esos paquetes ?.
-Abrelos, son para ti.
-¿para mí ?, pero si hoy no es mi cumpleaños ni nada...
 
Cuando abre los paquetes se queda sin palabras. Manuela le dice que está embarazada. Alejandro llora de felicidad, es el mejor regalo que podían hacerle.
Van pasando los meses y todo va fenomenal. Alejandro desea que sea un niño para llevarlo a la montaña, enseñarle a montar a caballo...pero el bebé no se deja ver y no logran saber su sexo.
El último mes de embarazo de Manuela deciden ir a pasarlo a la montaña. Alejandro quiere que Manuela esté tranquila ,alejada de la ciudad y que de a luz allí. Hay una matrona  muy buena que la ayudará en el momento del parto.

 
 
 
 
Llevan a penas una semana en la montaña. Llueve, ahí tormenta...
Manuela no se encuentra bien. A media noche se pone de parto. Alejandro ordena ir a llamar a la matrona, que llega enseguida. Han pasado  ya dos horas, Alejandro está impaciente, no sabe lo que está sucediendo en la habitación. El parto se complica, Manuela tiene muchos dolores, pero no se rinde y lucha para dar a luz a una niña. Manuela queda muy débil, no está bien...
La matrona sale con la niña en brazos y se la da a Alejandro. Se sorprende al ver a una niña, él se había hecho ilusiones y deseaba un niño. Preguntó por Manuela. La matrona le dice que ha quedado muy débil y que duda que se pueda recuperar tras el parto. Alejandro corre al lado de Manuela. Está tan débil que a penas puede hablar. Le pide que cuide de su hija y que le hable de ella cuando sea mayor. A penas pronuncia estas palabras y sus ojos se cierran.
 
-¡No!,grita Alejandro.¡Manuela!, mírame, mi amor...abre los ojos, mírame...
 
 
Está destrozado, fuera de si, mira a su hija y con desprecio se la da a la matrona y le pide que se la lleve, que la regale, que no quiere volver a verla en su vida.
La matrona aterrorizada ante la furia y la desesperación de Alejandro, se va corriendo con la niña en brazos. Cuando llega a su cabaña, la baña con agua caliente y la envuelve entre mantas para darle calor. Se pregunta qué va hacer con esa niña.
 
 
 
Tiene la esperanza de que Alejandro regrese a buscarla cuando  se calme. Pero eso no sucede. Al día siguiente la matrona se entera  de que Alejandro se ha ido a la ciudad. Ella se encariña con la niña y decide criarla con la esperanza de que algún día su padre regrese a buscarla. La matrona decide llamar a la niña Manuela como su madre y le pone unos pendientes que su madre le dio antes de morir.
 
 
Van pasando los años y Manuela crece, además la matrona descubre que la niña es ciega y la enseña a conocer la montaña sin falta de ver. Manuela es una niña inteligente y aprende rápido. Es dulce, cariñosa y muy bella igual que lo era su madre. Le encantaba que su mamá , así llamaba Manuela a la matrona que la estaba criando,le leyera libros, le gustaba escuchar el ruido de la cascada, el canto de los pájaros...
Cuando Manuela cumple los dieciocho años, lo cerebra en el pueblo con sus amigos. Cuando iba de regreso a casa tropieza con sergio, es un chico joven y muy guapo. Acaba de llegar y es el nuevo médico del pueblo. Se da cuenta enseguida de que ella está ciega. Intenta tranquilizarla y le dice que iba distraido, que acaba de llegar al pueblo y no lo conoce. Ella se ofrece a acompañarlo al lugar que está buscando. Al decirle que busca la casa del médico, Manuela se da cuenta que él es el nuevo médico. Le acompaña hasta allí y después se despide casi sin a penas detenerse.
Sergio no puede dejar de pensar en ella. Le ha parecido ¡ tan hermosa !. Al día siguiente intenta averiguar donde vive y decide ir a visitarla. Manuela es tímida y desconfiada, pero Sergio logra conseguir su confianza poco a poco. Van pasando los días y cada vez se llevan mejor, incluso sergio llega a enamorarse de ella. Con el tiempo ese amor va siendo correspondido por Manuela.
Pasan dos años y deciden casarse. Hacen una boda sencilla en el pueblo.


 
A los pocos días de casados Sergio decide llevarla a la ciudad para que un colega amigo suyo la vea y les diga si la ceguera de Manuela tiene solución. Estando en la consulta Manuela y Sergio llega Alejandro. Al principio habla con total naturalidad, hasta que se fija en los pendientes que lleva Manuela. Esos pendientes le resultaban muy conocidos. Estaba aturdido y se va de la consulta sin decir nada. Después de hacerle pruebas a Manuela, le dan la buena noticia, su ceguera se puede operar. Preparan todo para operarla lo antes posible. Llega el gran día la están preparando para la operación. Alejandro va a verla y le pregunta por los pendientes. Ella le dice que eran de su madre y que se los dio al morir a la matrona que la atendió en el parto. Alejandro ya no tubo ninguna duda de que ella era su hija.
 
-Yo conocí a tu madre. Era dulce, alegre y tan bella como tú.
-¿Usted conoció a mi madre?.
-Sí...
-Y¿a mi padre?,el me regaló.
 
Alejandro salió corriendo. No podía decirle que él era su padre, esa persona que  regaló a su hija , ante el dolor tan grande que sintió al perder a su mujer, justamente después de haberla tenido a ella.  Pensaba que su hija no le perdonaría jamás. Tenía remordimientos , su vida era un infierno desde entonces, pero aún así jamás volvió a la montaña, ni siquiera para buscar a su hija.
La operación de Manuela fue un exito. Alejandro estaba presente cuando le quitaron las bendas. No podía creérselo, podía ver. Lo primero que hizo fue buscar una foto que su madre (matrona ) le había dado de sus padres verdaderos. Fue entonces al ver la foto cuando reconoció a Alejandro.
 
-No,no,no...¡no puede ser!.
-Manuela, cariño,¿qué pasa ?.
-Ese hombre...ese hombre...es...mi padre.
 
Todos se quedaron sorprendidos. Alejandro se sincera y les cuenta a sus colegas  y amigos lo 
que había sucedido hacía años. Manuela, estaba dolida, no quería verle. No podía perdonarlo.
Alejandro no dejó de insistir, de intentarlo día a día, hasta que por fín consiguió  que su hija lo
perdonara. Ya no volverían a separarse jamás.
 
  
 






 

 

  

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          

 



































 
 


 


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una hermosa historia donde hay mucho amor,ilusiones,mucho dolor por parte de Alejandro al perder a Manuela tras el parto,yo diría que incluso "locura" ante ese dolor y para llegar a regalar a su hija. La coincidencia de encontrarse en el hospital y llegar a reconocerse.Me encanta.Parece una telenovela.