El faro

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miércoles, 20 de marzo de 2013

EL PUNTO G MASCULINO Y EL PLACER ANAL

 


Mucho se habla y se discute sobre el punto G femenino, pero ¿y qué hay de los puntos mágicos de la anatomía masculina?.

Planeta neutro

El placer anal, en cualquiera de sus variantes, sigue siendo un tema tabú, o al menos un tema controvertido. Comenzamos a entender, poco a poco, que no toda la excitación sexual proviene de lo genital, pero el ambiente se tensa cuando hablamos de “por detrás”. Y esa es la única forma de acceder al punto G masculino.
En realidad, esta zona erógena de la anatomía masculina recibe el nombre de punto P, por la próstata, y es que tiene mucho que ver con la estimulación de la misma. Puede buscárselo uno mismo en solitario, o bien en pareja, si se introduce el dedo en el ano unos cinco centímetros. Al contrario que en el caso del punto G femenino, las controversias sobre su existencia son menores. Simplemente hay que tener en cuenta que, salvo en el caso de una intervención quirúrgica, todos los hombres tienen próstata.
Otra cuestión es si todos los hombres sienten placer al estimular su punto P. Las sensaciones que puede provocar la estimulación de esta zona, cómo todo, van según los gustos. Hay quienes lo perciben como algo molesto e incómodo, quienes lo usan para aumentar la sensación del orgasmo durante la masturbación o el sexo oral, o quienes estimulándose exclusivamente esta zona obtienen una gran fuente de placer.




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Esquema de cómo puede estimularse el llamado "punto P" masculino mediente un dildo anal, que también estimula la zona del periné

La principal barrera a la hora de probar nuevas formas de placer es nuestra propia mente. Esa manía de mezclar conceptos, que en realidad no tienen nada que ver entre sí. Obtener placer mediante la estimulación anal no tiene nada que ver con la orientación sexual de cada uno, se mire por donde se mire. Una cosa es que en nuestro cuerpo haya ciertas zonas más erógenas, y que nos decidamos o no a explorarlas, y otra muy diferente hacia qué sexo se orienta nuestro deseo erótico.
Evidentemente, la siguiente idea a tener clara a la hora de aventurarse en esto del placer anal es que la higiene debe ser una prioridad. Se trata de una zona delicada, y por tanto, hay que tener especial atención a la limpieza. Detalles como tener las uñas bien cortadas, por ejemplo, marcan la diferencia. También el contar con el uso de lubricantes o, incluso, el utilizar un preservativo a la hora de introducir el dedo.
De hecho, para estimular el punto P masculino no sólo existe el modo manual. Hoy en día la juguetería erótica ofrece una gran diversidad de dildos anales, bolas, vibradores o plugs que se adaptan a las necesidades o gustos de cada uno. Siempre teniendo en cuenta que deben ser juguetes especiales, con una estructura concreta y, sobre todo, que cuenten con una base en uno de sus extremos para impedir tener un disgusto y que algún juguete se pierda en el recto.
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Dando un paso más allá, incluso los habituales arneses, que suelen utilizarse sobre todo para relaciones homosexuales entre mujeres, pueden ser también una opción para el intercambio de roles. Es decir, que ella le penetre a él. Por supuesto, todo depende de los límites y de las percepciones de cada uno, pero para quien decida abrir su mente y probar promete ser una experiencia única. Si bien parece que la penetración anal entre parejas heterosexuales está muy de moda (sin que curiosamente haya ninguna connotación de orientación sexual en este caso), cabe entender que puede gustarle tanto a él como a ella o incluso más. Además esta es la única vez en la que uno podrá ponerse realmente en la piel del otro.
Al igual que en el placer no todo es genitalidad tampoco es todo penetración. Al placer anal también se le puede sacar mucho partido de forma oral. Se trata de una zona con muchas terminaciones nerviosas, en este caso de igual manera para hombres que para mujeres, y no hay que infravalorarla. Teniendo de nuevo la higiene muy en mente, el anilingus (más llamado comúnmente “beso negro”) puede ser otra grata experiencia. Acariciar, besar y lamer una parte tan íntima y tan delicada supone, desde luego, una gran acto de entrega y de confianza en la otra persona, tanto para el que da, como para el que recibe.
Beso negro

Si bien incluso con el sexo oral genital tenemos a veces nuestros reparos, por aquello del olor y del sabor, es comprensible que no todo el mundo se sienta cómodo o preparado para aventurarse en el sexo oral anal. Pero quienes lo prueban de forma segura, cómoda y consentida, suelen querer repetir.
Quizás el problema, una vez más, está en todos esos prejuicios y en la falta de comunicación. En una reunión de amigos o amigas, cuando se comentan las relaciones sexuales de cada cual, se suele hablar de muchas cosas, pero hay muchas reticencias a comentar nuestras experiencias en cuanto al placer anal. Todo un error, porque si las compartiéramos, quizás aumentaría, para bien, nuestra curiosidad. ¿Te atreves a probar?.

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